miércoles, 10 de junio de 2015

Por un plato de lentejas.

Nos miran,
tras sus gafas de sabio
(o de culo de vaso)
tras su estúpido velo
(que no corrieron)
y nos dicen
que no sabemos nada de la vida.

Cuando seas padre
comerás huevos,
cuando seas adulto,
entenderás que todo ese inconformismo
no sirve para nada,
así no vas a conseguir un trabajo,
así no vas a mantener a tu familia
el día de mañana.

Y esa ropa no combina,
me dice mi madre.
Y depílate esas piernas,
me dice mi madre.
Cómo vas a salir así a la calle.
Cómo.
Por la puerta, mamá.

Y mi profesora
me llama 'alma libre',
con tono sarcástico,
y  me dice que me acostumbre
a hacer las cosas como me piden.
Y se sube a la tarima,
porque todos se suben a la tarima,
y nos miran por encima del hombro.

Y se autodenominan expertos,
sí, expertos,
y exageran la equis,
para que te quede claro
que son expertos.
Y claro, como son expertos,
saben más que tú de todo,
ignorante, ingenuo, joven.
Y lo dicen con asco: joven.
Como un insulto.

Y en la tele,
en los escaños,
los putos escaños, nos llaman radicales,
grupos violentos itinerantes.

Y dicen que el mundo es como las lentejas,
o lo tomas o lo dejas.
Pero que si no lo tomamos
ya nos lo pondrán para la cena
o el desayuno.

O que si no nos gusta
cómo huele su mierda,
nos presentemos a las elecciones,
decía la condesa,
pero que no ensuciáramos la plaza
que vendían por fascículos a los turistas.
Los perroflautas estos,
ocupando la vía pública.
Y construyamos un manifestódromo,
para que protesten los jóvenes
a sus anchas.

Y todos nos llaman la generación perdida,
mientras nosotros hacemos las maletas.
Y nos tratan, como simples máquinas,
y hablan de los cerebros que se fugan,
y se entristecen.
Pero solo piensan en dinero.
Qué triste, vendiendo producción
a los putos alemanes.
Y nos roban el voto.

Y la voz.
Los cerebros que se queden,
calladitos y a trabajar en el McDonnalds.

Y mira los ninis, los lúmpenes,
los canis y las chonis
que son el cáncer de esta sociedad.

Y cómo están las hormonas.
Mírales, no hacen otra cosa que follar.

Y luego twittean que qué tristes
24/7 tras la pantalla, los hipsters.
Y qué pintas, qué pintas.

Y que los jóvenes son unos incultos,
y que ya no leen,
cuando llevan décadas sin abrir un libro.

Ahora,
ahora os digo yo:
Los jóvenes nunca seremos la generación perdida.

Y que no todos queremos comer huevos,
ni todos queremos formar una Familia,
con F mayúscula,
de las de madre, padre, dos hijos y el perro.
Y que no todos creemos en las urnas,
que creemos en esas plazas okupadas,
que son nuestras.

Y que algunos somos radicales, sí,
Radicales libres.

Y que okuparemos vuestra Familia,
vuestra Vía Pública, vuestro Sexo y vuestra Poesía,
vuestro Trabajo.
Y vuestra Experiencia.
Y atacaremos vuestro Árbol, por las raíces.

Valemos más que vuestro plato de lentejas.

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