domingo, 7 de junio de 2015

Flor del desierto (y al fondo los camellos)


Desierto.
Desierto, que atormenta,
que enarena,
el silencio.

Tormenta.
Eléctrica, ecléctica.
El aire está cargado
y eriza el lomo
de los camellos emigrantes
(¿de dónde migran?)

Los camellos son inmigrantes
de estas tierras.
No conocen
la tormenta de esta noche,
y se asustan
por el ululo del tren.

El tren, nocturno.
Tren de mercancías.
Atraviesa el desierto.
Transporta los ecos de la gran ciudad.
La señal de la radio
interfiere con el sueño
de los camellos inmigrantes.

¿Quién construyó las vías?

Los camellos no habitan el desierto.
Son nómadas,
como el tren, como la tormenta.
Como las ondas de radio,
viajeras.

Vivir en la gran ciudad,
vivir en el neón maldito,
Vivir en la gran ciudad
es vivir en el desierto.

Flor del desierto,
flor de alcantarilla,
caimán del silencio
chapotea en la mierda,
crece,
sedimenta,
enraiza,
el pavimento.

Extremófilos,
sedentarios del dolor.
Somos flores del desierto.
Belleza de desguace.
La melodía que tapa el ruido.

O quizás, seamos el ruido.

¿Quién plantó la flor?
¿Quién plantó el desierto?

O quizás, seamos camellos.
(Seamos camellos)

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