domingo, 25 de enero de 2015

El fotógrafo y el decorado.

Me basta con mirar una de sus fotos para volver a encontrar la cualidad que poseía en su arte y en la vida, tan preciosa pero tan difícil de adquirir: guardar silencio (...) Una fotografía puede expresar el silencio, ¿pero las palabras? Eso era, precisamente lo que, en su opinión, habría sido interesante: lograr crear el silencio con las palabras.

Jansen pensaba que el fotógrafo no es nada, que debe fundirse en el decorado y hacerse invisible para trabajar mejor y captar la luz natural. Ya ni siquiera se oía el clic de la Rolleiflex. Le habría gustado disimular su máquina. Según él, la muerte de su amigo Capa, se explicaba, precisamente, por esa voluntad, o ese vértigo, de fundirse, de una vez por todas, en el decorado. 

Perro de primavera, Patrick Modiano.

¿Puede el fotógrafo fundirse con el decorado? ¿No es su visión, su perspectiva, el espacio-tiempo donde coloca la cámara, un prisma único e intrasferible, imperfecto, erosionado y sedimentado por la experiencia y el pensamiento, por el paso del tiempo sobre el cuerpo? El autor es su visión. El escritor es combinación de todos sus personajes, paisajes, situaciones y palabras. El fotógrafo es la máquina, es el ojo, es la sucesión de instantes, de clics, de lugares y personas inmortalizadas. ¿Son las personas de las fotos las mismas que las de carne y hueso? Estos retratos tienen más del autor que del retratado. Incluso en los silencios del fotógrafo, en los espacios en blanco del pintor, en los calderones del músico o los puntos suspensivos del escritor, se filtra su individualidad. Al observar una foto, nuestra mente la asocia a la mirada del fotógrafo, como asociamos las palabras o las pinceladas a la mano del autor. Podemos diluirnos con nuestra obra, con nuestros sentidos, pero nunca podremos hacernos invisibles, fundirnos con la realidad.  Estamos condenados a vivir en nuestro propio sistema de referencia, vetados del noúmeno, de la realidad última. ¿Pero por qué no soñar con fundirse con el decorado, con captar la luz natural? Quizás, al fin y al cabo, esa dilución no sea más que la muerte. Por fin, por fin, el silencio blanco. El ruido del mar en una caracola. La luz natural por fin se propaga sin obstáculos, sin prismas que la deformen.