lunes, 22 de septiembre de 2014

Materia negra

Lloran.
Lloran las mentes maltratadas.
Lloran en diluvio, lloran pensamientos
como balas
y los cuerpos (celestes) son cascadas
de sangre rosada, de olvido.
Lloran de hambre los cerebros
que se ahogan en el chirriar de los relojes,
lloran, como lloran los bebés por la madrugada,
no hay consuelo, ya es tarde.
El exceso de musgo en el norte de las sienes
ya mata a la mente que solloza.
¿Por qué lloraban los cerebros?
Nadie se lo preguntó,
porque solo ellos preguntan
y ya nadie escucha sus preguntas,
ya nadie escucha sus palabras.
El latir de las bombas
ha apagado sus monólogos.
Las iguanas de ceniza
se comen los sueños por las noches.
¿Dónde quedaron los filósofos?
Aquellos que alimentaban su alma
murieron de hambre sus cuerpos.
O los mataron, los mataron.
De pensar no se vive, les dijeron.
¿Pero quién vive sin cerebro?
La polillas de las calles
les atraviesan las sienes,
agujerean materia gris.
¡Carroñeros! ¡Carroñeros!
Los coprófagos salen de sus alcantarillas.
El banquete está servido.